1 - Si, Mi chiamano Mimi (La Boheme)
2 - Chi il bel sogno di Doretta (La Rondine)
3 - Un bel di vedremo (Madama Butterfly)
4 - Tu che di gel sei cinta (Turandot)
5 - O mio babbino caro (Gianni Schicchi)
6 - Mesicku na nebi hlubokem (Rusalka)
7 - Depuis le jour (Louise)
8 - Je dis que rien ne m'epouvante (Carmen)
9 - Me voila seul... Comme autrefois (Les Pêcheurs de Perles)
10 - Obbeissons... Profitons bien de la jeunesse (Manon)
11 - E Sussana non vien.. Dove sono (Le Nozze di Figaro)
12 - Wär ich schon mit dir vereint (Fidelio)
13 - Wie nahte mir dem Schlummer... Leise, Leise (Der Freischütz)
14 - Dich teure halle (Tannhäuser)
15 - Glück, das mir verlieb (Die Tote Stadt)
PILAR LORENGAR RECITAL 1965
Pilar Lorengar
Orchestra Dell'accademia Nazionale Di Santa Cecilia
Giuseppe Patanè
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Notas que acompañan este disco, de Alyn Blyth (traducidas por Luis Carlos Gago) sobre Pilar Lorengar:
"La hermosa voz de Pilar Lorengar ya había llamado la atención mientras iba al colegio en su Zaragoza natal. A menudo le pedían que cantara una o dos piezas como solista con el coro de su colegio y se acuerda de haber cantado una pieza con su propio acompañamiento, una melodía tradicional qeu conocía su círculo de amigos. A continuación llegó uno de esos momentos de buena suerte que necesitan incluso los jóvenes artistas más dotados. Mientras ella y su madre se
encontraban comprando telas para un vestido para un concierto en el colegio una mujer mayor las observó y les ayudó a elegir lo que buscaban. Cuando esta mujer se enteró del motivo por el que compraban el vestido, le pidió a Pilar que le cantara algunos compases. Resultó que se trataba de una profesora de canto, Angeles Ottein, que se hizo cargo de la educación de la voz de la joven soprano desde los quince a los diecisiete años, un tiempo crucial en el desarrollo de un joven cantante.
Continuó sus estudios en el Conservatorio de Barcelona y en 1949 Lorengar cantó por primera vez profesionalmente en esa ciudad, concretamente zarzuelas.
En 1952 ganó el Premio Ofelia Nieto en Madrid, así como la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de la misma ciudad en 1953.
Irrumpió en la escena internacional con su Cherubino en Le nozze di Figaro en el Festival Aix-en-Provence de 1955, un retrato delicioso felizmente conservado en disco. Cuando cantó La Traviata en el Covent Garden en ese mismo año resultó hermosamente enternecedora y más tarde volvería al mismo teatro a cantar Donna Anna, la Condesa Almaviva, Fiordiligi, Elisabetta (Don Carlos) y Alice Ford. Invitada a presentarse a las audiciones por Carl Ebert, el director de Glyndebourne en aquella época, fue contratada para cantar en ese teatro. Recuerdo muy bien su debut allí como Pamina en 1956, ya que esta esbelta y atractiva mujer con unos ojos preciosos y una presencia encantadora resultaba ideal para el papel. Canto el personaje de Pamina en Die Zauberflöte en Buenos Aires, bajo la dirección de Beecham, en 1958, el de Ilia en Idomeneo en el Festival de Salzburgo en 1961 y, en San Francisco (1964-1965), Desdemona, Liù, Mélisande y Eva. En 1966 hizo su presentación en el Metropolitan de Nueva York como Donna Elvira, encarnando más tarde a Agathe (Der Freischütz), Elsa, Eva y Buttefly.
Entretanto, en 1958, de nuevo a sugerencia de Ebert, Lorengar se convirtió en la primera soprano de la Deutsche Oper de Berlín, con la que aquél estaba asociado. Su repertorio en este teatro, tal y como da muestra este disco compacto, fue amplio y exigente, incluyendo Eva en Die Meistersinger en una producción de Wieland Wagner en 1962. Permaneció en el teatro durante más de treinta años como un invaluable miembro de la compañía, retirándose únicamente en 1991. Durante ese tiempo amplió su repertorio e incluyó los papeles de Marenka (la novia vendida), Tatiana, Jenufa, Mimì, Tosca, Manon Lescaut, Valentine (Les Huguenots) y Regina (Mathis der Maler). Su último papel nuevo fue el de Maddalena en Andrea Chenier, que cantó en la Ópera de Lyon en 1989.
Su capacidad para trasladarse con facilidad entre los repertorios alemán, francés, italiano y eslavo se debe seguramente a la combinación de su temperamento latino con su educación cosmopolita, musicalmente hablando. Aunque es lo que en alemán se llama jugendlich-dramatisch, ideal para Mozart, Weber y los papeles wagnerianos más ligeros, también tuvo la fuerza necesaria para introducirse en un repertorio de mayor cuerpo, como Tosca y Manon Lescaut. Para todo lo que cantó aportó un sonido vibrante y brillante, de un timbre típicamente español, así como una técnica de una férrea seguridad. Todo ello se unía a una sólida musicalidad y a un toque singularmente femenino en su timbre.
Su grupo de obras de Puccini revela su capacidad para cantar las exigentes pero gratificantes partituras de este compositor con convicción y con una musicalidad inagotable, desprovista por completo de cualquier exageración expresiva, pero con resultados siempre elocuentes.
Consumada lingüista, se encuentra igual de cómoda en fránces y todas las arias de esta parte del recital son interpretadas con el equilibrio justo entre el timbre y la proyección del texto.
En el grupo final de obra alemanas, oímos a Lorengar mostrando el mismo enfoque apasionado y la frescura tímbrica propios de la voz de Elisabeth Grümmer, la predecesora de Lorengar en este terreno. Aquí da vida a la angustiada Condesa Almaviva, a la vehemente Agathe, a la apasionada Elisabeth. Añade, además, el arieta de Marietta, descrita en una ocasión como "la última canción de éxito de la ópera alemana", y la hace suya a las mil maravillas"
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